domingo, 4 de agosto de 2013

Hora de decir adiós. Capítulo 1.

Hora de decir adiós


  Jessica abrió poco a poco los ojos, veía borroso y la luz que inundaba la habitación no ayudaba. Se frotó los ojos y pestañeó continuamente. Un fuerte brazo la rodeaba, atrayendola hacia un musculoso cuerpo que conocía.


  Su novio, Jake, estaba despierto. La miraba con esos ojos negros que parecían un abismo. La chica lo miró sonriendo, estaba feliz, eso era vida, la buena vida.


  Jake tenía 26 años, era el típico protagonista de película: alto, musculoso, de pelo negro, piel bronceada, ojos igual de negros que su cabello y una personalidad alegre. Era un chico valiente, pero poco más se podía decir de él sin que fueran conjeturas, nunca se sabía que esperar de él. Jess amaba eso, cada día era como conocerle de nuevo.


  Jessica, de 25, era, en cambio, delgada, alta, pelirroja, de ojos azules, piel extremadamente blanca, y una personalidad fuerte cuando se necesitaba. Solía mostrarse dulce pero no se dejaba pisotear. Una buena pareja, eso estaba pensando ella.


  - Buenos días dormilona. -dijo él besándola.
  - Buenos días amor. -Jess bostezó y después de eso dió un pico a su novio.


  Como una rutina, Jake sonrió y apartó su brazo, permitiendo que su chica saliera de la cama rápidamente con alegría hacia el baño, donde se duchaba, y arreglaba para el día que le esperara.


  Jess estaba en la ducha, lavaba su largo pelo rojo, con su piel un tanto rosa por el agua caliente. Entonces sintió el teléfono, y oyó que su novio contestaba. Feliz sonrió sin prestar mucha atención. Pensó en el apartamento en que vivían juntos, tan grande, moderno, tantos momentos felices dentro de esas paredes. Dejó que su mente se perdiera en esos pensamientos por un rato.


  Terminó de ducharse y salió al cuarto envuelta en una toalla negra y unas zapatillas. Iba a cambiarse de ropa cuando vio, para su sorpresa a Jake con una maleta en la cama, llenándola de ropa, a toda prisa y con el semblante blanco.


  “Dios, me va a dejar” fue el primer pensamiento de la chica.


  - ¿Qué es esto, Jake? ¿Qué pasa?


  Jake la miró con expresión angustiada.

  - Era mi madre, hay problemas familiares. Debo ir por un tiempo.


  Jessica entendió; ella y Jake sabían perfectamente por qué él no hacía alusión a que ella fuera. Jess no quería volver a ver a su suegra.


  Se llamaba Susan, y desde la primera vez que la vio mostró abiertamente su descontento por que su hijo estuviera con una tatuadora. Desde ese entonces ninguna se miraba a la cara sin mostrar desprecio.


  - ¿Te ha dicho que ha pasado?


  - No, sólo sé que es grave. Estaba llorando, me ha preocupado mucho. Tranquila cariño, volveré lo más pronto que pueda, no hace falta que vengas conmigo. -diciendo esto terminó de empacar, y ya vestido dio un beso y un abrazo a Jess y se fue.


  Tras de él dejó a su novia preocupada. La chica se miró en el espejo y esta vez ya no tenía deseos de sonreír. Asuntos familiares ¿eh? Todo eso le daba mala espina, pero debía vestirse, había quedado con su mejor amiga para organizar su boda.

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